En la época de la doctrina de la conexión con el Todo dos riesgos permanecen de forma latente:
la comunión en el sufrimiento y el poder de transformar la realidad. El primero es amenazante por referirse al sufrimiento; el segundo no por su potencial transformador sino por ser "poder".
Se enfatiza mucho el poder de sanar, de cambiar la realidad con la mente, el deseo y la voluntad; sin embargo, antes de aceptar acríticamente el angelismo que parece guiar esta doctrina y su espiritualidad, es necesario ponerla a prueba -es decir, tocar sus raíces profundamente humanas-:
Los efectivos intereses por dicha doctrina se pueden poner en evidencia con un simple ejercicio, en el contexto de tal conexión con el Todo, remover el poder de transformar la realidad y conservar únicamente la comunión en el sufrimiento. Sólo quien esté dispuesto a asumir la comunión en el sufrimiento, aun cuando implique la impotencia ante la realidad podrá asumir también el poder de transformarla sin aprovecharse despóticamente de ella. Quien desee a toda costa el poder, aun reivindicando causas justas o so pretexto de hacer un mundo mejor se une a las filas de aquellos que desean ser mesias (de sí mismos o de todos) sin tener parte en la condición humana... o lo que es lo mismo, autoafirmarse a costa del sufrimiento ajeno, lo cual es más cercano a la crueldad más deshumanizante (por más que se arguya ser movidos por compasión) que la compasión que surge de la solidaridad en la finitud, es decir, de la comunión en el sufrimiento.
Nada garantiza que la comunión en el sufrimiento proporcione realmente algún poder, pero si ésta no puede prevalecer aún en la impotencia, entonces tal vez no quedará nada que pueda presentar resistencia al sacrificio de la humanidad -y del mundo- a la desmesura de la razón, del miedo, de la satisfacción y del poder divinizados... (y lo mismo de la religión y espiritualidad divinizados)
“Si un hombre mira con amor compasivo a sus doloridos prójimos y a causa de su
amargura pregunta a los dioses: ¿Por qué afligís a mis hermanos?, sin duda será mirado por
Dios con más ternura que el hombre que le felicita por su misericordia y prospera feliz y
sólo tiene palabras de adoración que ofrecer. Porque el primero habla a causa del amor y la
piedad, atributos divinos y cercanos al corazón de Dios, mientras que el segundo habla por
causa de un satisfecho egoísmo, un atributo bestial, que no tiene lugar en el ambiente
luminoso que rodea el espíritu de Dios” (Horacio).
amargura pregunta a los dioses: ¿Por qué afligís a mis hermanos?, sin duda será mirado por
Dios con más ternura que el hombre que le felicita por su misericordia y prospera feliz y
sólo tiene palabras de adoración que ofrecer. Porque el primero habla a causa del amor y la
piedad, atributos divinos y cercanos al corazón de Dios, mientras que el segundo habla por
causa de un satisfecho egoísmo, un atributo bestial, que no tiene lugar en el ambiente
luminoso que rodea el espíritu de Dios” (Horacio).