Estoy mirando una silla.
Está vacía, como sin espera.
Sin embargo, ella hace hablar a los libros que tengo a mi lado.
Al hablarme ellos hablo yo, pero no soy yo.
No es su voz. Es la mía.
La voz que me dan con sus palabras.
Mientras, la silla no espera, pues ella es espera materializada.
Leyendo la silla, vivo de una misteriosa nada.
Es un asunto de huellas, de rastreo, de vacíos y ausencias con forma... no se postula un autor, sino que su sola presencia nos mueve e inquieta... escritas en otro lenguaje ajeno al propio, sólo así se les evoca en justicia y nombrarlas no significa pretenderse dueño...
«Para no acabar haciendo el necio, prefiero no empezar haciendo el listo»
William de Baskerville («El nombre de la Rosa»)
«[…] sin embargo, imaginando órdenes falsos habéis encontrado algo…»
Adso de Melk («El nombre de la Rosa»)
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