«Para no acabar haciendo el necio, prefiero no empezar haciendo el listo»
William de Baskerville («El nombre de la Rosa»)
«[…] sin embargo, imaginando órdenes falsos habéis encontrado algo…»
Adso de Melk («El nombre de la Rosa»)

domingo, 4 de septiembre de 2016

¿Defender a la familia o a las familias? Una propuesta para repensar la situación

Ha sido convocada para el próximo 10 de septiembre de 2016, en distintas partes de México, la realización de una Marcha por la Familia. No es un fenómeno aislado, y de forma preocupante, pareciera ser el resurgimiento de movimientos de extrema de derecha que abanderando la "defensa de los valores" reintroducen en la sociedad nuevos marcos de discriminación de sectores muy específicos de la población. No atribuyo mala voluntad a quienes las convocan, ni a quienes piensan participar. Tal cosa me resulta imposible de comprobar y no lo considero como argumento útil o razonable. Sin embargo, eso no obsta para recordar que siempre la buena voluntad es la más susceptible de realizar los males más terribles, e incluso apelando a los valores más sublimes

Es de llamar la atención que como movimiento centrado en la defensa de los valores, dicha defensa no ha causado marchas (u otro tipo de acciones no asistencialistas sino de cambio estructural) contra un individualismo exacerbado que deteriora los vínculos y las posibles formas de solidaridad (en ciertos casos las leyes mismas prohiben el tender la mano a quien lo necesita o incluso desalientan la solidaridad mediante sanciones y multas), ni contra el exceso de capital acumulado en las manos de unos cuantos (y del cual hacen derroche) mientras otros aun con el más honrado de los esfuerzos difícilmente obtiene lo necesario para una supervivencia digna, ni contra reformas de la educación que enfatizan la capacitación de los ciudadanos como mano de obra mientras relegan otros ámbitos de formación que no corresponden a los intereses de las grandes empresas. Al parecer, dentro de la escala de valores de la sociedad mexicana que organiza marchas como la convocada para el 10 de septiembre no se consideran suficientemente valiosos valores como la solidaridad, la justicia distributiva y la formación de una mentalidad crítica y políticamente organizada –al menos no como para organizar nacionalmente marchas masivas. Claro que esto amerita ciertas matizaciones: a los círculos más bienestantes y posicionados en situaciones privilegio les resulta fácil acceder a formas de solidaridad condescendiente (incluso voluntariados en el extranjero), a puestos competitivos a nivel de ingresos y de posibilidades de desarrollo profesional y personal de modo que pueden realmente competir por ascender y "progresar" (y podrán decir que tienen las mismas posibilidades que cualquier otro, en teoría), y más todavía, a una serie de prácticas artísticas y culturales de innegable valor y belleza, pero que no se puede negar son –tendencialmente– propias de una élite. Con todo eso, un cierto sector puede ampararse de la crítica apenas hecha. Por otra parte,  aunque haya abundantes historias de personas cuyo esfuerzo y dedicación las colocaron en lugares de excelencia deportiva, académica o laboral, el abuso de estos testimoniales no es sino una buena estrategia para ocultar que hay millones de personas en situaciones poco favorables o muy desfavorecidas que no formarán parte de esas historias, mientras hay un grupo mucho más reducido que sin necesidad de pasar tantas penurias y realizar tanto esfuerzo podrá sobresalir. La historia de los que sobresalen desde abajo se reduce a mera inspiración de "los de abajo", cegándolos para ver la contraparte: un sistema injusto que favorece a unos ya favorecidos y se desentiende de los empobrecidos; así se le niega a esas historias el valor de crítica de un sistema que privilegia a algunos que pueden darse el lujo de derrochar lo que otros tanto anhelan. El "éxito de los de abajo" es aplaudido, pero no genera cambio social alguno: las cosas siguen igual, pues los que siempre han batallado lo seguirán haciendo y los que tienen el plato servido lo seguirán teniendo sin inmutarse un poco. Con todo y su bondad, el valor del esfuerzo de superarse –típico valor neoliberal y bien visto por los sectores privilegiados– oculta y/o elimina del horizonte el valor de la justicia social y económica. En el mercado de los valores el éxito ha desplazado a la revolución, o más aún, a la justicia. Los valores no son neutrales ni inocentes, juegan un papel dentro del campo sociopolítico y económico.

Por tanto ¿qué valores determinan el interés de esta marcha? es mi pregunta, o mejor aún ¿qué intereses determinan los valores que promueven esta marcha?. Ante lo mencionado en el párrafo anterior, me atrevo a decir que son los valores (e intereses) de una clase, de un sector muy específico: son los valores de quienes no tienen que preocuparse tanto por sobrevivir, ni por su calidad de vida ni por pensar críticamente, pues cuentan con los muros suficientes –físicos, morales e intelectuales– para despreocuparse de lo que ocupa y preocupa a la mayoría de la población. Tales valores determinan la jerarquización de los demás valores: por ello vale más defender un modelo de familia que luchar contra el individualismo exacerbado, contra la acumulación del capital en unas cuantas manos, contra la reducción de la educación a mera capacitación laboral; o bien , simplemente se desvincula fácil y prácticamente el valor de la familia de otros valores como la justicia, solidaridad, Derechos humanos, etc.  
Esto no significa que no haya una porción significativa de la sociedad que apoye dichos valores aun sin pertenecer a clases altas. De hecho, es posible que en la marcha llegue a participar mucha gente de escasos recursos (aunque probablemente no haya participación del sector más marginado y en extrema pobreza), pues si hay algo que la globalización ha favorecido es la universalización de valores que corresponden a una forma de vida que sólo es de unos cuantos, o bien, de un grupo muy específico: los de la burguesía, los bienestantes (para muestra, basta con identificar el nivel de vida de las vidas reflejadas en telenovelas, películas, novelas, videos, publicidad. En su mayoría son de clase alta y cada vez nos parecemos más a los protagonistas de esos productos culturales, sea en la apariencia como en los ideales de vida). Si bien no todos acceden a los medios que permiten formar parte o aparecer como pertenecientes a ese nivel de vida medio-alto o alto, los ideales de vida sí parecen estar bien identificados con los ideales burgueses y de los económicamente pudientes. Dicho de otro modo, habrá quien sostenga los valores que animan la marcha sin darse cuenta de que, al participar en ella en los términos en que está planteada, contribuye a beneficiar los intereses que limitan o marginan su situación de vida respecto a posibilidades de mayor libertad, dignidad y mejora en calidad de vida. Esto no quiere decir que considerar a la familia como un valor sea ser cómplice de una injusticia, sino que el modo como se pretende defender y posicionar a la familia como valor puede ser engañoso y hasta contraproducente. Para ilustrar esto va el siguiente comentario:

Las consignas que animan la marcha resultan contradictorias desde este punto de vista: 
a) proclama la protección de la vida en todas sus etapas mas no se involucra de forma efectiva y con la misma intensidad en la defensa de la vida en la situación de precariedad laboral, de represión policíaca en zonas urbanas de extrema marginación, ni siquiera en las demandas de familiares de desaparecidos. ¿Qué vida se pretende defender? ¿No tendría que luchar de suyo no por una exigencia al gobierno de mayor bienestar sino por un cambio en el sistema económico también aunque implicara pérdidas a nivel personal e institucional?
b) aboga por la libertad religiosa y moral de los padres de familia pero no parece haber disposición para lidiar con la libertad religiosa y moral de otros seres humanos, de modo que, a través del diálogo y conforme a un Estado democrático y laico, sea posible llegar a un consenso, aunque tenso, que permita mantener las bases tanto de esa democracia tan proclamada como de los derechos que, de suyo, deberían ser de todos. ¿Qué puede fundamentar reivindicaciones de libertad para unos y negarlas a otros?
c) enfatiza la búsqueda del Bien común mas se desentiende del Mal común que aqueja a la sociedad y más aún, aparentemente excluye a otros de su participación en ese Bien común (la ley debería ser un Bien común en tanto que protege a todos contra los excesos de algunos, o de todos, y aun así, millones en México carecen de los beneficios de ese Bien común). Si no hay preocupación y empeño efectivos por una sociedad más justa en ámbitos que no son del ámbito privado sino de las condiciones de existencia de los ciudadanos ¿de qué Bien común se habla entonces? ¿de uno que prefiere mantener todo como está (porque así es por naturaleza y tradición)?
d) defiende la estructura natural de la familia mas no asume la estructura cultural (o no-natural) de la sociedad. Hablar de estructura natural de la familia constituye un particular fenómeno paradójico: la pretensión de la existencia de una institución natural. Además de lo problemático de esa figura, la lectura de lo natural dependería también del enfoque concreto desde el que se aborda esa naturalidad, pues no se alude a la naturalidad sino con una intencionalidad específica (se quiere justificar o probar algo): natural porque es útil para la supervivencia, natural porque el instinto lo determina, natural porque la ley lo decreta... ¿qué ocurre si ya no es tan útil? ¿si el instinto conduce a otra cosa? ¿si la ley dicta algo distinto? No pretendo discutir los aspectos filosóficos o ideológicos de este punto, después de todo, en tanto que convicción, desde el punto de vista político cualquier ciudadano puede proponerlo y defenderlo (y no es mi interés dirimir la cuestión).

Para concluir, sugiero tomar en cuenta lo siguiente: 
1) no basta considerar a la familia como un valor y defenderlo, hay que poner atención al cómo se pretende posicionar y defender dicho valor de modo que no termine causando males en nombre del bien; 
2) conviene considerar que más que ser "Defensa de LA familia" es defensa de UN modelo de familia (y que no tiene por que ser el único ni universal), cuando la defensa de una institución se enfoca en la forma y descuida contenidos suele tener efectos terribles para quienes forman parte de ella, el peso de la Ley aplasta a las personas;
3) si se pretende realmente defender a la familia, antes habría que preocuparse por y ocuparse en defender a las familias concretas existentes (sea cual sea su configuración) de cuanto amenaza su existencia: pobreza extrema, precariedad laboral y desempleo, violencia, manipulación y tortura psicológica, injusticia y desigualdad, discriminación, exclusión y marginación, desaparición forzada, tortura, enriquecimiento desproporcionado de unos cuantos, meritocracia, ideologías paternalistas, etc. 

Defender un modelo ideal de familia sin defender a las personas y familias concretas y sus condiciones de existencia es un engaño perversoSi quien participa en esa marcha no está en disposición de vivir pérdidas efectivas (en su estilo de vida, recursos, ingresos, etc.) para una sociedad más justa y sin desigualdad, para todos y todas, muy posiblemente su defensa de la familia no sea sino la defensa de un estilo de vida, que poco tiene que ver con la familia, y sí mucho con un sistema económico e intereses de unos cuantos que continuamente sacrifica lo que se pretende defender: familias.

Nota: Por si no quedó claro, este texto no ha abordado las motivaciones de tipo religioso aludidas para la marcha, ni tampoco la cuestión de la homosexualidad. La finalidad del texto es provocar a un examen crítico y de conciencia para tomarse en serio lo que se proclama, con todo y sus implicaciones. En función de no quedar en lo teórico sin compromiso práctico, el orden no sería primero "la familia" y luego las familias sino al revés, primero luchar por las familias y entonces, tal vez entonces, podamos entender mejor qué está en juego en el debate sobre "la familia" (y no es sólo la mía).
Albergo la esperanza de que esto ayude a pensar más a fondo lo que se presume suficientemente claro... pero no es suficiente.